¿Alguna vez has hablado en público? Imagínate el momento en el que vas a salir a escena. Ese momento en el que afloran todos tus miedos (sí, a todos nos pasa 😉 ). Imagina esa sensación en el estómago, esa opresión en el pecho. Finalmente llega tu turno, subes al estrado, y de pronto te encuentras cegado por los focos.
No puedes ver al público. No tienes ni idea de quién está sentado allí, frente a ti, cómodamente anónimo y protegido por la oscuridad, mientras tú estás expuesto y encandilado. A lo mejor ni siquiera hay nadie. A lo mejor estás hablando solo.
¿A quién te diriges?
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Toggle¿Quiénes son las personas que conforman esa masa anónima que es tu audiencia?
Yo he estado en esa situación, y es bastante incómoda. Tener que adivinar los rostros detrás de las sombras y luces, imaginar los gestos de esas personas que te escuchan, intuir si te siguen o no, es complicado. Hay que tener tablas para poder hacerlo con soltura.
Imagínate en cambio que puedes ver perfectamente a quienes te escuchan. En la primera fila alguien asiente. Los de atrás están tomando notas. Dos filas más allá un señor te mira perplejo, seguramente no te has explicado bien. Decides volver atrás y repetir tu idea con otras palabras. Vas variando tu discurso en función de la respuesta de tu público. Lo conoces, conoces a esa audiencia, sabes si tu mensaje está despertando la reacción esperada o si por el contrario no está llegando como debiera.
Algo similar ocurre cuando te has tomado el trabajo de conocer a tu audiencia.
¿A quién te diriges?
Tu cliente ideal
Cuando llevas tu emprendimiento a internet sin tener muy claro quién es tu cliente ideal estás desperdiciando tus esfuerzos. Es como salir al estrado sin tener ni idea de quién está allí sentado esperando a escucharte. Si es que hay alguien.
No es lo mismo hablar a un grupo de emprendedores, que a un grupo de jóvenes mochileros. Aunque ambos grupos necesiten el mismo producto (por ejemplo, un ordenador), lo usarán con fines distintos, preferirán unas características antes que otras, incluso usarán palabras diferentes para describir una misma cosa. Puede que el producto sea el mismo, pero la manera de presentarlo tiene que ser muy diferente si queremos tener éxito.
Aquí tienes 3 claves para definir tu cliente ideal:
- Piensa en ti mismo hace 5, 10, 15 años. ¿Qué necesidades tenías entonces que ahora podrías satisfacer? ¿Qué necesitabas saber entonces que ahora sí sabes? ¿Puedes ayudar a personas como tú mismo hace años a alcanzar lo que has conseguido?
- Piensa en el tipo de personas con las que te gusta estar. Es importante que sientas afinidad hacia tu audiencia y que te sientas cómodo trabajando con personas con esas características.
- ¿Con quién NO te gustaría trabajar? A veces ayuda pensarlo al revés 😉 En lugar de definir tu cliente ideal, describe a las personas con las no te sentirías cómodo trabajando. Tal vez porque no sientes afinidad alguna, o porque no te sientes capaz de ayudarlas. Procura ser lo más específico posible. Usa tu imaginación y piensa cómo sería ese cliente con el que no quisieras trabajar por nada del mundo. Eso te ayudará a aclararte en relación con el tipo de persona con la que sí te gustaría trabajar.
Es importante tomar en cuenta que tu cliente ideal puede variar con el tiempo. A medida que vayas avanzando en tu negocio puede que te apetezca más trabajar con otro tipo de cliente, o que los cambios del mercado te lleven en una dirección distinta a la que te habías planteado inicialmente. Conviene volver a definir tu cliente ideal al menos una vez al año, si quieres evitar esa sensación de hablar solo frente a una audiencia invisible y anónima.
¿Conoces a tu audiencia? ¿Qué pasos vas a tomar ahora? Deja tu comentario y comparte 🙂
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