Hace tiempo que debo este post. Concretamente, desde que escribí este otro bastante personal, en el que conté un poco el proceso que estaba viviendo en el momento y en el que sigo inmersa, aunque ahora con un poco más de claridad. Desde entonces he seguido profundizando en la pregunta que planteé entonces:
¿Qué necesitas dejar ir para conseguir lo que quieres?
En las semanas que han seguido a la publicación de esa entrada anterior tuve la oportunidad y la suerte de acompañar a un grupo de personas en el difícil pero importante paso de hacerse más visibles, a través del reto #sémásvisible (lo cuento aquí con más detalle).
Creé el reto para ayudar a mi audiencia a dar a conocer su trabajo, para que pudieran conseguir más clientes. Lo que no sabía es que a través de esa experiencia yo iba a aprender mucho más de lo que hubiese podido enseñarles a ellos. Y me di cuenta de un detalle importante que estaba pasando por alto:
No estaba usando mi propia voz.
El momento de la verdad
Había programado un webinar titulado, «Cómo dar a conocer tu trabajo en la red para atraer a los clientes perfectos para ti». Y un día antes de la fecha de pronto pensé, ¿qué estoy haciendo? ¿Realmente quiero hablar de esto?
Y me di cuenta de que no. De que no era ese el mensaje que quería transmitir. Esas no eran MIS palabras.
Pero el webinar era al día siguiente, había invitado a toda mi lista, y me sentaba mal cancelarlo con tan poca antelación. No quería quedar mal frente a mi público, o dar una imagen de ser inconsistente o poco formal.
Y entonces volví a pensar en la pregunta:
¿Qué estás dispuesta a dejar ir para conseguir lo que quieres?
Yo sé muy bien lo que quiero. Quiero que mi negocio sea una auténtica expresión de mí misma, porque sólo así conseguiré el impacto que hará que mi mensaje llegue a muchas más personas, para transformar muchas más vidas. Y sé que no voy a conseguir eso mientras no hable desde el corazón.
Así que decidí renunciar a unos cuantos miedos, y escribí a mi lista el email más desnudo y vulnerable que he escrito jamás.
En el mail les contaba lo que había sentido con respecto a ese webinar, y les pedía disculpas por no haber estado hablando desde el corazón. Expliqué que en lugar de hablar del tema que les había propuesto inicialmente, iba a contarles cómo podían transformar el proceso de venta de sus servicios en un acto de generosidad hacia su público (aquí puedes ver la grabación de esa clase gratuita que ofrecí, esta sí, desde el corazón).
Creo que no te sorprenderá saber que no fue un email fácil de escribir. Me llevó muchas horas y una gran dosis de valor al pinchar en el botón de enviar. Pero estoy convencida de que para mí este es el único camino.
Así que, volviendo una vez más a la pregunta,
¿Qué tienes que dejar ir para conseguir lo que quieres?
Quiero compartir mi lista inicial contigo:
- Mi perfeccionismo
- Mi incomodidad a la hora de mostrarme vulnerable
- Mi profundo rechazo a llorar en público
- El camino «fácil» que es tomar prestadas las palabras que uso
- Las expectativas de los demás
- El miedo a equivocarme
Y ahora te invito a que hagas la tuya, y si quieres compartir una parte en los comentarios, me encantará leerte.
Ah sí: el email. Por si quieres leerlo, lo tienes aquí.
Hola,
Verás. Este no es un email al uso. Es un mensaje personal. Un mensaje escrito desde lo más profundo de mí.
Ayer iba a volver a escribirte para recordarte la clase gratuita de hoy, «Cómo dar a conocer tu trabajo en la red para atraer a los clientes perfectos para ti».
Y de pronto me detuve. Digamos que tuve una revelación.
Me di cuenta de que no estaba hablando desde el corazón. Estaba cumpliendo un papel. El papel de asesora y tal. Pero no era yo.
Porque yo en realidad no quiero hablarte de cómo dar a conocer tu trabajo en la red y atraer a los clientes perfectos para ti. Y creo que tú no quieres escucharlo.
Yo lo que quiero, es hablarte de tu grandeza.
Yo lo que quiero es devolverte la imagen de todo lo que puedes llegar a ser.
Yo quiero decirte que el mundo te necesita, que el mundo necesita de tu trabajo, de tu pasión, de tus ganas de hacer cosas, de tu visión única.
Pero no quiero que eso se quede sólo en palabras bonitas, sabes. No me basta con eso. Quiero que lo entiendas desde el corazón. Que lo vivas.
Y ciertamente, una charla que se titula «Cómo dar a conocer tu trabajo en la red para atraer a los clientes perfectos para ti» no es la mejor forma de hacerte llegar el mensaje.
Y por eso quiero pedirte disculpas. Porque estoy convencida de que sólo desde el corazón, desde lo más profundo de nosotros, desde lo más vulnerable, podemos realmente ayudar a nuestra tribu y dejar nuestra marca en el mundo.
Yo no lo estaba haciendo. Pero ahora que lo he visto, eso va a cambiar.
Sí te digo que la idea me asusta un poco, porque exponerte más siempre intimida. Pero te lo debo, y me lo debo. Es el único camino que quiero tomar.
De manera que hoy no habrá clase. En lugar de eso, estaré en mi fanpage de Facebook transmitiendo en directo y desde el corazón sobre cómo hacerte más visible para que ese trabajo tan valioso que haces llegue a quien tiene que llegar. ¡Acércate para hacer tus preguntas!
Y… quiero invitarte a una nueva clase que daré el próximo martes 10 de mayo, también a las 20:00, y también desde el corazón, sobre «Cómo vender tus servicios sin sentir que estás vendiendo».
Si no te gusta vender, en esta clase vas a cambiar radicalmente tu forma de ver el proceso de venta, para siempre. Y voy a ser totalmente transparente contigo, porque a mí tampoco me gustaba vender, hasta que entendí que el acto de vender nuestros servicios no es otra cosa que un acto de generosidad hacia nuestra audiencia.
Te gustará esta clase. Voy a contarte un par de historias que nunca he contado antes.
Y ahora hablemos de ti.
¿Cómo puedo servirte mejor?
¿Cuáles son las dificultades que atraviesas actualmente en tu trabajo como agente de transformación? ¿Qué obstáculos se te están presentando? ¿Y de qué forma te gustaría recibir ayuda?
Dale a responder y cuéntamelo. Todo lo que me digas me será de gran ayuda para ayudarte mejor. Esa es mi misión y mi compromiso contigo. Desde el corazón.
Te mando un fuerte abrazo,
Vivian